Iglesia
Conventual de Santo Domingo
La construcción del recinto conventual dio comienzo a finales de 1645, el 16 de Noviembre. Los alarifes Juan Ruiz y Pedro Martínez realizan la cimentación, comenzándose la edificación el 21 de junio de 1652 los alarifes Antón Martín Calafate y Bartolomé Ruiz. Fue concluida por Luis de Lojo en 1666.
Presenta exentos tres de sus frentes:
En el muro de cabecera se trasdosa el camerín de la Virgen del Rosario, realizado en 1756 y muy restaurado tras el incendio de 1936 y la explosión de 1947.
El camerin descansa sobre una amplia peana moldurada de piedra ostionera y remata en perfil mixtilíneo con decoración de placas del emerge un abovedamiento poligonal.
La portada de la nave del evangelio resulta ser la principal, al estar inserta en una fachada elevada sobre el nivel de la calle a la que se llega a través de una escalinata y un atrio acotado por barandillas metálicas entre netos pétreos. La portada está presidida por una imagen barroca de la Virgen del Rosatio realizada en mármol blanco, de la escuela genovesa.
A los pies de la fachada del evangelio se dispone la torre, de cinco cuerpos
Los cuerpos están separados por cornisas y planta cuadrada, que ofrece vistos sus sillares de piedra ostionera.
Interior
Es de planta de cruz latina inserta en un rectángulo, con tres naves y cabecera recta compartimentada entres espacios,
Las naves se separan por pilares cruciformes, siendo la central de mayor anchura y altura que las laterales. La nave mayor estña dividida en cinco tramos por medio de pilastras toscanas, entre las que se abren arcos de medio punto
El retablo mayor, ejecutado en mármoles de colores blanco, verde, rojo y negro, es obra del taller genovés de Andrea y Juan Antonio Andreoli de los años 1683-1691, aunque es posible que el diseño corresponda al maestro ensamblador Juan González de Herrera.
Está considerado uno de los ejemplos más brillantes de la retablística italiana del barroco en España. Se compone de banco, cuerpo dividido en tres calles por columnas salomónicas y ático
Su hornacina central constituye el camerín de la virgen del Rosario, grupo en el que la Virgen es escultura de candelero recompuesta por Fernández - Andes hacia 1943 y el Niño es pieza del siglo XVII
Retablos laterales
También de mármoles de colores, realizado en Génova en 1764 por Alessandro Apriel y que representan a Santo Domingo, San Bernando
Ángeles custodiando y dando luz al retablo Mayor
Púlpito
Es de mármol blanco con embutidos de varios colores y se compone de pilar abalustrado y tribuna hexagonal en la que se ubica un gran escudo de la orden dominica.
Los elementos complementarios son de madera con tallas de estética rococó dieciochesca
Imágenes de cofradias alli residentes
Retablo de San José
Realizado en madera tallada y policromada de autor genovés anónimo de mediados del siglo XVIII.
Capilla de la Galeona
Imágenes en miniaturas allí expuestas
Todo el interior del templo se halla profusamente decorado
con yesería dieciochescas en las que se mezclan los motivos geométricos
con los motivos vegetales, cartelas y rocallas.
Tanto parte del recinto del convento como el Claustro se encuentran convertido, hoy en día, en hospedería
Iglesia
de San Agustín
Las obras de este conjunto religioso comienzan en 1617 y se finalizan, sólo treinta años después, en 1647.
En el exterior destaca su portada de mármol realizada en el año 1647 en estilo manierista.
Se trata de una portada de dos cuerpos de altura.
En el cuerpo inferior presenta una amplia puerta adintelada flanqueada por parejas de pilastras cajeadas sobre soportal único.
El segundo cuerpo esta formado por un frontón curvo partido en cuyo se centro se alza la imagen de San Agustín en una hornacina avenerada.
Es este un templo compuesto por tres naves con amplio crucero cubierto con cúpula sobre pechinas, que cuenta con capillas adosadas fundadas por conocidas familias de comerciantes gaditanos.
Interiormente cuenta con un Retablo Mayor de estilo neoclásico.
Obra del arquitecto Pedro Ángel Albizu, con imágenes del siglo XVII y pinturas de Domingo Álvarez.
Posee, además, importantísimas imágenes procesionales, como el Cristo de la Buena Muerte, atribuidos por algunos autores a Martínez Montañés y por otros a Alonso Cano.
El Cristo de la Humildad y Paciencia, obra de Jacinto Pimentel.
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